El edificio se sitúa en un sector de expansión de la ciudad, donde prácticamente está todo por construir. La falta de referencias urbanas y el programa complejo e introvertido, nos llevaron a proponer un bloque aparentemente muy cerrado al exterior, cuya permeabilidad se produce únicamente en la fachada principal por medio de un gran pórtico que alberga una escalinata y una rampa para acceder a la planta principal del edificio, elevada 1.30 m. sobre la cota cero de la calle, para permitir que todo el programa funcional situado en semisótano ilumine y ventile directamente a las fachadas perimetrales. Por tanto, el edificio se configura como un gran arca protegida hacia el exterior con unas costillas verticales de hormigón a modo de brise-soleil que proporcionan ese aspecto ciego y hermético hacia el exterior, y luminoso y transparente desde el interior. Este carácter cerrado y masivo que el edificio ofrecerá al transeúnte diurno, se tornará abierto y luminoso durante la noche, a modo de antorcha. A este aspecto de luminosidad interior, contribuye no sólo el sistema de cerramiento descrito sino la apertura de un vacío interior coincidente con la Sala de Espera de la Clínica en planta baja, que se abre al cielo mediante una cubierta con lucernarios equipada con un sistema de oscurecimiento que permite regular la intensidad de luz en este recinto, y en las galerías y dependencias que se abren a este espacio. El edificio, por tanto, responde al tipo de edificio en manzana con patio interior de operaciones cubierto por una montera o lucernario.