Nos encontramos con un solar totalmente irregular, tanto en su geometría como en su topografía. Tampoco hay ninguna referencia arquitectónica en los alrededores, se trata de un crecimiento cartesiano en las afueras y separado de la ciudad sin tener en cuenta la orografía del terreno.

Todo esto unido a la dificultad de resolver el programa de un colegio (que entendemos debe solucionarse en proyección horizontal y no en vertical o con escalonamientos siempre que sea posible) en un solar de estas características, nos lleva a realizar una propuesta que desarrolla las necesidades programáticas en una única plataforma horizontal a la cota 799.5 m. eliminando la fragmentación del edificio que provocaría adaptarnos al terreno. De esta manera conseguimos una propuesta con una presencia más singular y que puede convertirse en el hito de la barriada o urbanización.

Esta idea “bebe” de las conocidas casas puente de Amancio Williams (casa sobre el arroyo en Mar de Plata, Argentina, 1943) y de Mies van der Rohe (proyecto para la casa Resor, Wyoming, 1938). Así un extremo del edificio o puente se apoya en el punto más alto de la colina y comprende los servicios comunes, complementarios y administración; el cuerpo principal compuesto por las aulas de infantil y primaria como espacio predominante del colegio y el otro extremo se apoya en la cota inferior de la parcela sobre el pabellón o instalación deportiva cubierta (792 m). De esta forma se consigue resolver el programa con unos recorridos horizontales, más cómodos para los niños, sin tener que cambiar de nivel para ir de una clase a otra y obteniendo el porche o patio cubierto debajo del “puente” y junto a las zonas de juego y al pabellón; proponiendo las necesidades concernientes a espacios exteriores, aproximadamente, en la misma cota.

Con esta implantación, al salvar la topografía del terreno, se puede girar el edificio lo necesario para conseguir una orientación exacta al Sur, se obtienen las mejores panorámicas hacia el paisaje y se convierte en una llamativa fachada de la zona urbana de la barriada al acceder a El Casar desde la carretera de Madrid. Entre cada fila de aulas se colocan unos patios intermedios que permiten una expansión de las aulas, además de ventilación e iluminación al sur, y por los que se pueden acceder al pabellón y a los porches cubiertos del nivel inferior que se iluminan a través de perforaciones realizadas en el patio. También se utiliza como salida de emergencia para la evacuación del edificio en caso de incendio.

El acceso peatonal principal al edificio se realiza a través de una pasarela que sortea el arroyo, situada en la calle secundaria de la parcela de manera que se accede por la cota más alta y se evita el colapso de tráfico de la calle principal de la urbanización. A través de esta calle principal se accede a la zona de estacionamiento, dotada de arbolado, para facilitar y hacer el ingreso lo más rápidamente posible sin causar atascos en las horas punta y posibilitando la cercanía al vestíbulo para la descarga de material y alimentos. Al pabellón también se accede desde este punto sin necesidad de entrar al colegio y pudiendo usarse fuera de las horas lectivas. En el punto más alto y junto al comedor se sitúa la huerta y las pistas deportivas. La construcción con prefabricados tanto en fachada (pétreos) como en la estructura mixta (placas alveolares y perfiles de acero) permiten una rápida ejecución con buena calidad, durabilidad y fácil mantenimiento ayudado por la geometría pura de la propuesta.

La posible ampliación del edificio se puede realizar añadiendo una franja de aulario al cuerpo principal o “puente”.